Mi madre cumplió 80 años. Ayer la miraba sonreír mientras respondía cortésmente a las muestras de afecto y pensaba que a pesar de complicaciones de todo tipo, de varias quimioterapias y de un desarraigo complicado típico de los inmigrantes españoles en Argentina, casi siempre esta sonriendo. Pensaba, también, que mis problemas en ese momento eran muy inferiores, casi estupideces, al lado de los suyos. La saludé, regresé a mi casa y me puse a estudiar. Tengo mucho trabajo por delante.
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