ANTHONY BOURDAIN y LOS VEGETARIANOS
Foto: Diane Schutz
Los vegetarianos a ultranza son motivo de permanente irritación para cualquier chef. La vida sin bifes de ternera, grasa de cerdo, choricitos demi-glacé o queso no merece ser vivida. Pero estos cabezas duras creen que el cuerpo es un templo que no debe ser contaminado por proteínas animales. Insisten en que sus hábitos son más sanos (aunque, siempre que he trabajado con algún camarero vegetariano, lo he visto derrumbarse al menor asomo de catarro). Oh, ya les daré yo verduras. Si me piden un plato vegetariano, rebuscaré por ahí y les cobraré catorce dólares por unas cuantas láminas de berenjenas y calabacines a la plancha. Y déjame que te cuente una historia: hace unos años, en un antro de damas y caballeros del tipo desinhibido, tuvimos la mala suerte de contratar a un joven vegetariano muy sensible que, además de llevar una vida sexual agitada, tenía algo de abogado de pobres. Despedido al poco tiempo por incompetente, se le dio por demandar al restaurante. Alegó que su problema gastrointestinal –provocado por amebas– era consecuencia de las tareas que había desempeñado en el antro en cuestión. La dirección del restaurante se tomó el asunto muy en serio: contrató los servicios de un epidemiólogo que analizó la materia fecal de todos los empleados. La conclusión del especialista, a la que tuve acceso, fue más que esclarecedora: la cepa de amebas del camarero era muy común en personas que llevaban “cierto” estilo de vida. Lo interesante fueron los resultados del análisis de nuestros subalternos mexicanos y sudamericanos: los tipos estaban llenos de bichos por dentro, pero ninguno de esos bichos les provocaba enfermedad o molestias. Es cierto que las amebas se transmiten con mayor facilidad cuando te la pasas manipulando verduras crudas, sobre todo las de hojas verdes. Piénsalo la próxima vez que decidas intercambiar profundos besos de lengua con un vegetariano. (Y no voy a hablar de sangre: sólo diré que en las cocinas nos cortamos con mucha frecuencia, y dejémoslo ahí, por favor.)
Anthony Bourdain
Anthony Bourdain
Anthony Bourdian en Uruguay.
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KUNG FU HUSTLE
Que alguién me explique porqué Stepehen Chow no dirije la película de Dragon Ball. Está claro que es el artista asiatico más talentoso, y gracioso, del momento.
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EL KAVANAGH

Allí vivían los Anchorena con sus ciento cincuenta sirvientes.
Uno de los hijos de los Anchorena se enamoró perdidamente de una chica de familia adinerada, los Kavanagh, pero que no era “noble”, y la matriarca de la familia, Mercedes Castellanos de Anchorena, desaprobó el romance y el joven lo aceptó. El oprobio por el rechazo fue mayúsculo para los Kavanagh y la niña quedó con el corazón partído. Pero la madre de la niña, Corina, esperó pacientemente su momento.
El palacio de los Anchorena da a la plaza San Martín, y del otro lado del parque, la matriarca mandó construir en 1920 la Basílica del Santísimo Sacramento, una de las iglesias más bellas de la ciudad, a la que además la familia usaba como sepulcro. La vista desde el Palacio a la Iglesia era magnífica, y los Anchorena se jactaban de ella.
Justo enfrente a la iglesia había un solar vacío, que estaba también en la mira de la matriarca, pero ésta cometió un error: antes de comprarlo se fue de viaje a Europa y hubo alguien que vendió tres estancias para comprarlo primero: Corina Kavanagh, la madre de la niña rechazada por los Anchorena. En tiempo récord (catorce meses) construyó un rascacielos de hormigón armado, único en el mundo y por muchos años el más alto de Sudamérica, con 120 metros de altura y un total de 33 pisos y 113 departamentos de lujo (todos completamente distintos entre sí). Con 3 ascensores, 5 entradas independientes, 5 escaleras, una pileta, talleres de lavado y planchado, cámara frigorífica para pieles y alfombras, sistema telefónico central y depósitos de seguridad. Corina se reservó para ella el piso 14° de setecientos metros cuadrados.
Adiós a la hermosa vista de la Iglesia desde el palacio ni desde ningún otro lado. Es más, quedó tan próxima la basílica al edificio Kavanagh, que la única manera de verla bien es desde el Pasaje llamado…Corina Kavanagh.
Uno de los hijos de los Anchorena se enamoró perdidamente de una chica de familia adinerada, los Kavanagh, pero que no era “noble”, y la matriarca de la familia, Mercedes Castellanos de Anchorena, desaprobó el romance y el joven lo aceptó. El oprobio por el rechazo fue mayúsculo para los Kavanagh y la niña quedó con el corazón partído. Pero la madre de la niña, Corina, esperó pacientemente su momento.
El palacio de los Anchorena da a la plaza San Martín, y del otro lado del parque, la matriarca mandó construir en 1920 la Basílica del Santísimo Sacramento, una de las iglesias más bellas de la ciudad, a la que además la familia usaba como sepulcro. La vista desde el Palacio a la Iglesia era magnífica, y los Anchorena se jactaban de ella.
Justo enfrente a la iglesia había un solar vacío, que estaba también en la mira de la matriarca, pero ésta cometió un error: antes de comprarlo se fue de viaje a Europa y hubo alguien que vendió tres estancias para comprarlo primero: Corina Kavanagh, la madre de la niña rechazada por los Anchorena. En tiempo récord (catorce meses) construyó un rascacielos de hormigón armado, único en el mundo y por muchos años el más alto de Sudamérica, con 120 metros de altura y un total de 33 pisos y 113 departamentos de lujo (todos completamente distintos entre sí). Con 3 ascensores, 5 entradas independientes, 5 escaleras, una pileta, talleres de lavado y planchado, cámara frigorífica para pieles y alfombras, sistema telefónico central y depósitos de seguridad. Corina se reservó para ella el piso 14° de setecientos metros cuadrados.
Adiós a la hermosa vista de la Iglesia desde el palacio ni desde ningún otro lado. Es más, quedó tan próxima la basílica al edificio Kavanagh, que la única manera de verla bien es desde el Pasaje llamado…Corina Kavanagh.
Fuente: http://marcelo-lamenoridea.blogspot.com/2008/07/la-venganza-de-corina.html?showComment=1216111980000
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IMPLANTES BIONICOS


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SAUL BASS


Comienzo de Phase IV, la única pelicula que dirigió.